Lanús derrotó por 2 a 1 a Banfield y se quedó con el clásico. No jugó un gran partido, pero sí fue contundente y sólido en defensa. Pavone y Izquierdoz marcaron los goles. Goltz, en contra, había abierto el marcador para el Taladro.
Lanús se quedó con el clásico tras derrotar por 2 a 1 a Banfield y conservó su sueño, lejano pero aún posible, de alcanzar a Boca en la punta. El equipo de Schurrer jugó bien de a ratos y supo compensar sus lagunas con pasajes de juego vistosos. Los de La Volpe, en tanto, quedaron en el fondo de la tabla y siguen sin levantar cabeza.
Banfield arrancó furioso y no tardó en golpear a un rival dormido que tardó en asimilar la importancia del clásico. Así que en apenas seis minutos ya ganaba gracias a un gol en contra de Goltz (golazo, en realidad: palomita que descolocó a Marchesín). Pero el Granate se despertó. Y lentamente equiparó el trámite adueñándose del medio y atacando con mucha gente. Una ráfaga de contundencia le permitió empatar a los 25 (gran combinación de Regueiro y Pavone, que el ex River mandó a la red) y pasar a ganarlo diez minutos más tarde (cabezazo solitario de Izquierdoz). Allí el Taladro se nubló. Y entró en desesperación. Al punto tal que Lanús pudo haberle marcado el tercero.
Tras el descanso, se mantuvo la tendencia. El equipo de Schurrer, parado de contra, tuvo algunas muy claras para sentenciar el resultado, sin embargo, no lo consiguió. Y esa falta de efectividad, repercutió en el ánimo del local, que, de pronto, volvió a encontrarse en partido a pesar de ser visiblemente inferior en lo futbolístico. Con más criterio que buen juego, entonces, el Taladro fue por el empate. Una y otra vez. Y mereció conseguirlo. Pero entre el nerviosismo y la constancia defensiva del rival, no lo logró. Al fin y al cabo, terminó pagando su propio momento de confusión.
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